The virgin next door (Stud ranch 3) - Stasia Black
Un mujeriego, una chica poco delicada y un exconvicto. No podrían tener más diferencias.
¿Cuál es el único lugar donde todas esas diferencias desaparecen?
En el dormitorio.
—Entremos —dijo Liam, tomando la llave tarjeta del hotel a la cual Calla se aferraba. Ella lucía confundida hasta que Liam dirigió su mirada a Mack y añadió—: Todos.
Calla abrió sus ojos, sorprendida, y abrió ligeramente su boca. Pero al abrir la puerta, entró y la mantuvo completamente abierta.
Como invitación.
Maldito. Mack lo sentía en su pecho y en sus testículos: el deseo. Ella no entiende la clase de invitación que está haciendo.
Liam se quedó justo al lado del umbral, pero, aun así, Mack dudaba. Ella se merece a alguien un millón de veces mejor que cualquiera de estos dos tipos cachondos.
Mack estuvo a punto de dar media vuelta e irse. De verdad que sí.
Pero luego Calla estiró su mano y lo tomó de la suya. Con la otra, tomó a Liam. Cuando comenzó a halarlos a ambos hacia adentro, Mack se dejó llevar.
No sabía si estaba entrando al cielo o al infierno. Pero mientras cerraban la puerta a sus espaldas, Mack sabía que no había otro lugar en el que preferiría estar.
¿Cuál es el único lugar donde todas esas diferencias desaparecen?
En el dormitorio.
—Entremos —dijo Liam, tomando la llave tarjeta del hotel a la cual Calla se aferraba. Ella lucía confundida hasta que Liam dirigió su mirada a Mack y añadió—: Todos.
Calla abrió sus ojos, sorprendida, y abrió ligeramente su boca. Pero al abrir la puerta, entró y la mantuvo completamente abierta.
Como invitación.
Maldito. Mack lo sentía en su pecho y en sus testículos: el deseo. Ella no entiende la clase de invitación que está haciendo.
Liam se quedó justo al lado del umbral, pero, aun así, Mack dudaba. Ella se merece a alguien un millón de veces mejor que cualquiera de estos dos tipos cachondos.
Mack estuvo a punto de dar media vuelta e irse. De verdad que sí.
Pero luego Calla estiró su mano y lo tomó de la suya. Con la otra, tomó a Liam. Cuando comenzó a halarlos a ambos hacia adentro, Mack se dejó llevar.
No sabía si estaba entrando al cielo o al infierno. Pero mientras cerraban la puerta a sus espaldas, Mack sabía que no había otro lugar en el que preferiría estar.
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