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Danyal. Mi familia era mi único punto vulnerable, y los monstruos del laboratorio sabían exactamente cómo usar eso en mi contra. Podría haber estado protegido si estuviera vinculado, pero solo pasé un celo con un Alfa, ya la mañana siguiente, se había ido. Puedo vivir sin pareja, pero no puedo vivir sin mi familia, y no perderé la esperanza de que alguien venga por mí. Por supuesto, idear un plan de escape es la parte fácil. La parte difícil es decidir si la humana que está en la celda conmigo está diciendo la verdad sobre su embarazo, porque los lobos no pueden reproducirse con humanos... ¿o sí? Pero no es como ningún otro ser humano que haya conocido, y si dice la verdad, el bebé que lleva dentro pertenece a nuestra causa. Mis opciones son simples, pero no son fáciles: quedarme y protegerla y esperar que haya un rescate en camino, o luchar para salir y tratar de explicarle a Kor Titus por qué dejé morir a su hijo. Mikael. Mi trabajo era simple: proporcionar la voz de la razón en el C...

Orión. Cuando el Alfa Zane desaparece, depende de mí encontrarlo. Como lobo Beta y segundo al mando de Kor, dejar el complejo es peligroso, pero Zane es el único Alfa que siempre ha estado bajo mi piel. Y a pesar de saber que nunca podremos unirnos, no podría vivir conmigo mismo si no pudiera traerlo vivo a casa. Afortunadamente, el hermano de Zane tiene un plan. Ha inventado una fórmula que me permitirá pasar por Omega y robar la información de la ciudad sobre quién ha estado llevando a nuestros Lobos y adónde. Lo que ninguno de nosotros sabe es si seré lo suficientemente fuerte como para rescatarlo como un Omega, y si podré regresar o no. Zane. Durante meses, mi mundo no ha sido más que sangre y violencia. Hace mucho tiempo que he perdido la pista de cualquier cosa excepto de la bestia dentro de mí y de obedecer las órdenes de mis Maestros humanos. Pero cuando aparece un nuevo Lobo y me saca de ese lugar, me doy cuenta de que hay más en lo que soy que un simple monstruo. Su olor es f...

Kor. El tiempo existía fuera del dolor. Una vez fui consciente de eso. Era consciente de que el mismo acto de respirar fue una vez una marca de libertad y fuerza, que no causaba pinchazos de dolor en mi piel con cada empujón y tirón de mis pulmones. Era consciente de que mis extremidades, ahora un lío atrofiado y tembloroso de piel y huesos, alguna vez sostuvieron el núcleo mismo de mi fuerza. La captura, la tortura y los experimentos no cambiaron nada de eso, pero como Sansón, me habían cegado los ojos y cortado el pelo. Mi poder yacía en algún lugar profundo de los recovecos de mi mente, en sombras a las que ya no podía acceder. Y, sin embargo, todavía estaba aquí. Torturado, pero vivo. A pesar de que los humanos me destrozaban, a pesar de las toxinas que empujaban a través de las vías intravenosas y el humo químico que cegaba mis ojos, en algún lugar, mi libertad todavía existía, justo fuera de mi alcance, pero tenía esperanza. Yo era Alfa. Yo era un lobo. Pero no era un anim...